Nada más llegar a Atenas fuimos a buscar un camping donde refugiarnos del inmenso calor que nos aplastaba. Tras dejar enchufada la autocaravana con el aire acondicionado puesto nos dispusimos a ir a cenar a la ciudad a ver si reponíamos fuerzas.
nos costó sacar esta foto 10 intentos |
un griego sin crisis |
vista desde arriba |
vista desde abajo |
La ciudad de Atenas me pareció que estaba creada a partir de unos desechos que brotaban de la Acrópolis en todas direcciones. Todo giraba en torno a una ciudad habitada por unos dioses muy humanos que parecían que se los pasaban de lo lindo allí arriba. La iluminación acentuaba ese efecto. Los dioses arriba, nosotros los mortales, abajo.
Tras una reparadora cena con wifi y todo, nos dimos una vuelta literalmente a la Acrópolis a bajar la cena y disfrutar de un poco de “frescor”. A la pobre Cristina intentaron robarle su humilde bolso . Sólo se hubiesen llevado unos restos de espaguetis y carne a la parrilla que nos sobró del restaurante.
Tras dormir a pierna suelta, llegamos a la Acrópolis a la una de la tarde con toda la “feggca” , justo cuando todos bajaban desencajados por el calor, nosotros iniciábamos la subida. El termómetro marcaba 47 ¡y estaba a la sombra!.
El Partenón me defraudó un poco. Esperaba que fuera más majestuoso, me pareció un poco doméstico para ser el templo de los templos. Quizás ayudó el hecho de que Cristina se enfadó y nos pasamos casi toda la visita templando gaitas. Dejé un momento la reflex digital en una piedra (probablemente del siglo 7ac.) y cuando quise cogerla me quemaba en las manos, la tuve que guardar en su funda y continuar la visita sacando fotos con el ipone que quemaba menos. Había fuentes de agua por todos lados, Carlos inventó la técnica de refrescarse de llenar el gorro de agua y ponérselo.
¡no funny photo please¡ |
Otra cosa que aprendimos es que en la Acrópolis no se pueden sacar fotos divertidas porque viene un guarda y te obliga a borrarla. Parece increíble pero fue eso lo que nos pasó. Había una carretilla que iba sobre raíles para transportar restos arqueológicos y a Cristina se le ocurrió tumbarse y posar como si la carretilla le fuese a atropellar. Inmediatamente vino el vigilante y tras una larga discusión en inglés accedí a borrarla en arras a la hermandad hispano-griega. Me sentí engañado pues el supuesto cartel que decía a la entrada que uno debe comportarse con decoro no existía y me quejé al guarda de la entrada. Este a su vez me recomendó escribir una queja al ministerio de cultura con mi reclamación de la foto robada. Podéis ver a Elisa en una pose parecida Como no estaba para reclamaciones al ministerio de cultura nos fuimos pitando a ver el museo de la Acrópolis que tiene restaurante y aire acondicionado.
Tras una visita muy interesante al museo de la Acróplis donde sólo pudimos contemplar reproducciones “de escayola”de las esculturas de Fidias.( Los originales se pueden ver en Londres) nos fuimos a hacer las compras de los regalos.
Fue un auténtico dolor de cabeza pasearse por la Plaka atendiendo todas las variables de los 4 proyectos para regalar a sus amigos. En fin, como lo prometido es deuda, hicimos todas las compras y algunas más y nos fuimos raudos a nuestra casita acondicionada a tomar una reparadora cena casera.
Aprendimos una cosa: Atenas no se puede visitar en verano con cuatro niños en plena ola de calor.
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