jueves, 13 de septiembre de 2012

NÁPOLES, POMPEYA Y ROMA

Salimos de Atenas con la idea de coger un ferry que nos lleve a Italia por la vía rápida. Solamente la perspectiva de tener que volver a hacer 5000km. de vuelta me ponía malo. Así que sin haber reservado nada salimos hacia Patras a ver si tenemos suerte.


No sólo tenemos suerte sino que encima podemos dormir en la autocaravana pagando un pasaje de pernocta en cubierta.
RESTOS DE LA BURBUJA

Nuestra última noche en Grecia la pasamos al borde del mar en un playa casi para nosotros solos. Allí cogimos agua del mar para llevársela al arbolito que plantamos en las cenizas de Amparo

Antes de embarcar nos paró la policía aduanera griega y como vieron que ponía cara de fastidio cuando me pidieron los pasajes, decidieron echar una vistazo en busca de no se qué. Por fuera de la autocaravana revisaron todos los arcones, el garaje, los bajos y hasta la rueda de repuesto. Como no se dieron por satisfechos decidieron entrar a revisar por dentro. Los niños no estaban avisados y los encontraron viendo una película con todas las ventanas bajadas. El susto fue mayúsculo, el pobre Carlos que estaba en paños menores corrió a esconderse en el fondo de la caravana para que no le vieran. El policía ya totalmente mosqueado revisó todos los cajones interiores, ducha, cama, y encontró a Carlos al fondo de todo, muy azorado, poniéndose unos pantalones aun mojados que estaban tendidos. El policía pensó que ya lo tenía, que era un traficante de niños al más puro estilo del flautista de Hamelín. Así que tuvieron que salir todos los niños(venga a salir niños…) y al no aparecer madre alguna el mosqueo llegó a su límite. Y cómo no, se fijó en Juan. Pregunto de dónde era ese niño, que quien eran sus padres etc.. yo les dije que era mi hijo pero no se lo creían a pesar de sacarles toda los pasaportes y los dni. Menos mal que en el carnet de familia numerosa nos vieron a todos, Amparo incluida, y el policía empezó a atar cabos. Al final acabé contándole la enfermedad de Amparo y el duro policía no solo me pidió disculpas sino que casi se despide compadeciéndome y a puntito estuvimos de perder el ferry .

¡ME PONE UN PAR DE CAPILLITAS POR FAVOR¡

Con el alivio de estar ya embarcados, reponemos fuerzas con una cena casera y sesión de cine (otra vez) en nuestra auto dentro del barco. La ventaja de dormir en la autocaravana es que no tienes que movilizar a las 8 de la mañana a todos los niños para desembarcar. Arrancas y te vas.

PUENTE COLGANTE DEL PELOPONESO

AUTOPISTA DE PAGO EN GRECIA

ULTIMA NOCHE EN GRECIA

CAMPING ON BOARD

Llegamos Bari con la sensación de que estábamos en el mismo país que acabábamos de dejar, todos sucio y caótico al más puro estilo griego.

Como no había mucho que ver decidimos ir a Nápoles y a Pompeya por la vía rápida.

SOCIAL ARCHITECTURE NAPOLITANI

DE PASEO POR NAPOLES

IGLESIA PAGANA SIN CRUCERO NI CABECERA (SOLO PARA ENTENDIDOS)

A cristina Nápoles le produjo un miedo irracional, sentía que por sus calles llenas de basura, ropa tendida y tertulias de personas en camiseta le aguardaban muchos peligros. A mí me pareció una cochambre deliciosa. Decidimos ir pitando a dormir a Pomeya para visitarla al día siguiente con la “freggca” a ver si esta vez tenemos más suerte y el calor no nos machaca.



POMPEI

ABBEY ROAD

Para los que no habéis estado en Pompeya es como visitar en época de sequía esos pueblos fantasma que invade un pantano. Solo que estaban llenitos de gente que se afanaban en encontrar algún habitante fosilizado. Nos pareció obsceno tener a una persona petrificada dentro de una cajita en medio de una sala atestada. Y todos sacándose fotos con el fiambre.
BAJANTE DEL SIGLO 21 EN EDIFICIO DEL SIGLO 1

Como arquitecto y persona de orden, aunque no lo parezca, me pareció Pompeya una ciudad muy grata de vivir, con unas magníficas viviendas, heladerías a pie de calle, el coliseo a tiro de piedra y el anfiteatro un poco más allá. Hasta el cementerio tenía su punto. Me voy con la sensación de que no hemos ganado mucho en el modus vivendi durante estos 2000 años.

De nuevo en camino esta vez con dirección a Roma.

Tras instalarnos en un camping casi céntrico y dormir con mantita a 21 grados mientras el personal se torraba, abordamos nuestro último destino destacable.

Empezamos por el Vaticano que era lo más cerca que teníamos.




SAN PEDRO Y ELISA






A los niños les pareció imposible que fuera otro país. A pesar de mis explicaciones sobre la compleja configuración barroca de la plaza de Bernini, los niños estaban haciendo cola con la expectación de si nos dejarían entrar. El motivo es que Elisa venía con unos sorts muy sorts y con tirantes. La solución fue ponerse una mochila que le tapase los hombros y un bolso para taparse los muslos. Aun así tuvimos que protestar un poco para que nos dejasen pasar por los “controles anti-carne” y defender la inocencia de mi hija.

Una vez dentro la dispersión de la familia trapisonda fue total. Un grupo de japoneses engulló literalmente a Carlos y Juan y los trasladó desde la capilla de la Piedad a la contigua sin que pudiesen hacer nada. Elisa, Cristina y yo empezamos a buscarlos por toda la basílica y al final los encontramos aferrados a una barandilla soportando los envites de otros grupos asiáticos.


Sacarse fotos también fue misión imposible. No había foto que no estuviese interrumpida por algún guiri. Ante tanta paganidad en la casa fundacional del cristianismo, decidimos irnos a buscar un helado que nos repusiese del baño de masas.

En Piazza Navona nos tomamos unos granizados memorables muy bien atendidos por los camareros. Me acordé por oposición de las terrazas de la plaza mayor de Madrid.

PASTELERIA FINA
También fue imposible visitar el panteón de Agripa , había una misa, así que corrimos al Coliseo a visitarlo. Tampoco pudimos, llegamos tarde y ya estaban cerrando. ¡!!A las 6.30!!! Así que volvimos poco a poco a Campo di Fiori a ver si cenábamos pizza en alguna tarraza. Esta vez llegamos pronto y pudimos hacerlo. Como nos sobraba tiempo fuimos callejeando hasta la fontana de Trevi a echar unas moneditas.

Cumplido nuestros deseos cogimos un taxi hasta el camping donde nos esperaba la casa a 21 grados toda fresquita.






TIPICA FOTO DE FONTANA DE TREVI


DONDE ESTÉ UNA COLUMNA ROMANA QUE SE QUITEN LAS GRIGAS

COLA CONTROL ANTI-CARNE

ATENAS

Atenas se veía desde el ferry como unos grandes mordiscos blancos pegados a unas las montañas peladas . El calor prometía ser de esos que no olvidas. Nunca había ido en ferry y no poder salir a la cubierta.


Nada más llegar a Atenas fuimos a buscar un camping donde refugiarnos del inmenso calor que nos aplastaba. Tras dejar enchufada la autocaravana con el aire acondicionado puesto nos dispusimos a ir a cenar a la ciudad a ver si reponíamos fuerzas.
nos costó sacar esta foto 10 intentos


un griego sin crisis




vista desde arriba
vista desde abajo
La ciudad de Atenas me pareció que estaba creada a partir de unos desechos que brotaban de la Acrópolis en todas direcciones. Todo giraba en torno a una ciudad habitada por unos dioses muy humanos que parecían que se los pasaban de lo lindo allí arriba. La iluminación acentuaba ese efecto. Los dioses arriba, nosotros los mortales, abajo.

Tras una reparadora cena con wifi y todo, nos dimos una vuelta literalmente a la Acrópolis a bajar la cena y disfrutar de un poco de “frescor”. A la pobre Cristina intentaron robarle su humilde bolso . Sólo se hubiesen llevado unos restos de espaguetis y carne a la parrilla que nos sobró del restaurante.

Llegamos tardísimo al camping. El taxista nos explicó que puedes ir en moto sin casco si tienes buena pinta. Si no la tienes, te para la policía seguro. Entramos corriendo a nuestra casita y nos llevamos la agradable sorpresa de que dentro estábamos a 24 grados mientras el termómetro no bajada de 31 grados . Fue una gozada dormir con el edredón hasta la barbilla. Nos propusimos levantarnos pronto para visitar la Acrópolis con la “feggca”.

Tras dormir a pierna suelta, llegamos a la Acrópolis a la una de la tarde con toda la “feggca” , justo cuando todos bajaban desencajados por el calor, nosotros iniciábamos la subida. El termómetro marcaba 47 ¡y estaba a la sombra!.

El Partenón me defraudó un poco. Esperaba que fuera más majestuoso, me pareció un poco doméstico para ser el templo de los templos. Quizás ayudó el hecho de que Cristina se enfadó y nos pasamos casi toda la visita templando gaitas. Dejé un momento la reflex digital en una piedra (probablemente del siglo 7ac.) y cuando quise cogerla me quemaba en las manos, la tuve que guardar en su funda y continuar la visita sacando fotos con el ipone que quemaba menos. Había fuentes de agua por todos lados, Carlos inventó la técnica de refrescarse de llenar el gorro de agua y ponérselo.

¡no funny photo please¡
Otra cosa que aprendimos es que en la Acrópolis no se pueden sacar fotos divertidas porque viene un guarda y te obliga a borrarla. Parece increíble pero fue eso lo que nos pasó. Había una carretilla que iba sobre raíles para transportar restos arqueológicos y a Cristina se le ocurrió tumbarse y posar como si la carretilla le fuese a atropellar. Inmediatamente vino el vigilante y tras una larga discusión en inglés accedí a borrarla en arras a la hermandad hispano-griega. Me sentí engañado pues el supuesto cartel que decía a la entrada que uno debe comportarse con decoro no existía y me quejé al guarda de la entrada. Este a su vez me recomendó escribir una queja al ministerio de cultura con mi reclamación de la foto robada. Podéis ver a Elisa en una pose parecida Como no estaba para reclamaciones al ministerio de cultura nos fuimos pitando a ver el museo de la Acrópolis que tiene restaurante y aire acondicionado.



Tras una visita muy interesante al museo de la Acróplis donde sólo pudimos contemplar reproducciones “de escayola”de las esculturas de Fidias.( Los originales se pueden ver en Londres) nos fuimos a hacer las compras de los regalos.

Fue un auténtico dolor de cabeza pasearse por la Plaka atendiendo todas las variables de los 4 proyectos para regalar a sus amigos. En fin, como lo prometido es deuda, hicimos todas las compras y algunas más y nos fuimos raudos a nuestra casita acondicionada a tomar una reparadora cena casera.

Aprendimos una cosa: Atenas no se puede visitar en verano con cuatro niños en plena ola de calor.

POR FIN NAXOS

Llegar a Naxos al pueblo donde estaba alojado Stefano y su familia todavía nos llevó dos días.


Visitamos las ruinas helenas del pueblo de Naxos de las que sólo encontramos un pórtico que dominaba el horizonte del mar como si fuera un faro.

El navegador nos jugó una mala pasada y nos encerró literalmente en una maraña de caminos que cada vez se hacían más estrechos y llenos de unas púas que dejaron su indeleble huella en los laterales de la autocaravana. Llegamos al fin a una playa llena de cometas que arrastraban personas y supimos entonces que ese era el sitio.

Tras unos efusivos saludos multilingües, nos fuimos inmediatamente a la playa a ver si por fin era capaz de retamar mis lecciones de windsurf de hace 8 años. A pesar de que mi material de iniciación hice mis pinitos con las olas hasta que mis manos se despellejaron . Los niños se integraron en una babélica pandilla de italianos, franceses y españoles. Ignoro cómo se entendieron pero creo que no hubo ningún problema.
intercambio de caras eli-cris

Por la noche nos fuimos a un restaurante griego a celebrar la llegada a nuestro destino y a tomar saximi y ensaladas griegas. El vino grigo me recordó mucho a de rioja.



una siestecita....

panda multilingüe

llegamos a stefano's beach

relajo total
Tras tres días de intentar sin éxito mi perfeccionamiento windsurfero y de “dolce far miente” playero llegó el momento de irnos poco a poco a casa. Habíamos recorrido 5.500 km y todavía no sabía por donde íbamos a volver. Realmente no me apetecía cruzar de nuevo los Balcanes.

La cena de despedida fue un éxito de la mayonesa , los espárragos de navarra y del jamón ibérico (e bono el proschiuto.) Los amigos de Stefano y Leticia acabaron de agotar las existencias que llevábamos para el viaje.

Justo antes de salir para coger el ferry para Atenas , la autocaravana se cayó en un bancal de arena, tras varios intentos fallidos de remolcarlo con coche tuvimos que buscar a alguien con tractor que nos rescatase. Nunca me alegré tanto de ver un tractor.

llegada a Naxos.

camino de Atenas en fueraborda

Nos fuimos de Naxos con mucha pena y con la promesa de que no tardaría otros ocho años en perfeccionar mi estilo windsurfero, cogimos el ferry de Atenas. Esta vez nuestro barco parecía de carreras y efectivamente lo era. Parecía que íbamos e una fuera borda de 4 pisos.